En el valle de Verdellano el atardecer vendría pronto, pues el sol ya puesto en el horizonte, enrosaba las nubes y hacía que en el cielo hubiera un rojizo romántico.
¡Mirad que contraste de nubes rosadas convirtiendo el cielo en un perfecto lienzo naranja rojizo!
Ahora nos adentramos en su pueblo con casas de jardines verdes y hermosos.
¡Oh mirad las rosas y su embriagador olorcito y el dulce y tierno sabor a vainilla que rozaba la hierba verde esmeralda!
En todo el pueblo olía a hierba mojada, pues desde hacía días, no paraba de llover. Los pétalos de rosa, cada vez más coloridos, trasportaban rocío cristalino y brillante.
En un prado poco alejado de allí pastaban unas vacas libres. ¡Libres por siempre!
Y este atardecer se convirtió en un cielo tan estrellado que parecía que había miles de diamantes.
Gracias a Jason Blackeye por su foto
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Me encanta es precioso!!
Es la reina de nuestros corazones